
En algún punto de mi estadía con mi asesor, comencé a llamarle Jefe. Había veces que me saludaba diciendo “Hola” con su pesado acento georgiano, o me gritaba “Adiós” cuando nos despedíamos. Creo que por eso en los correos, y luego ya en persona, le decía de esta manera. Era también una muestra de respeto por mi parte, y de cierta forma aprecio por todo lo que me apoyó durante la maestría y el doctorado. En la imagen aparece dando una de las clases que fui tutor durante unos años; física de hadrones. Era una clase de tres horas, pero que fácilmente se la podía aventar sin pausas. Llegaba un punto donde te perdías en todos los cálculos y conceptos que ponía sobre el pizarrón, pero siempre respondía tus dudas si te atrevías a preguntar. De verdad le gusta dar clases y enseñar lo que conoce.