Aprovechando que a mediados del 2015 andaba haciendo un verano de investigación en Guanajuato, un amigo de la carrera y yo nos anotamos para una escuela de matemáticas que duraba una semana en Morelia, Michoacán. De hecho, éramos tres los que andábamos en León pero el tercero no se inscribió a este taller y lamentablemente tuvo que pasar su cumpleaños solo lejos de casa en una ciudad nueva. La verdad es que no sabía a lo que iba porque nunca había estudiado matemáticas avanzadas como topología, teoría de grupos, análisis, etc. Creo que estaba un poco motivado para aprender esos temas porque en esos momentos andaba haciendo mi tesis de licenciatura y algunos temas estaban relacionados con eso pero en realidad nunca los apliqué en mi trabajo ni hasta el día de hoy. Estando ahí tuve la suerte de que el tipo que me tocó de roomie accediera a cambiar de cuarto para que mi amigo se quedara en el mismo cuarto que yo. Al final nos dimos cuenta que fue una muy buena idea porque el cuarto de los otros dos tipos terminó siendo un desmadre. Ya estando en las clases y después de un par de días mi compa y yo nos resignamos a que no aprenderíamos mucho en esta escuela porque de verdad eran temas avanzados de materias que jamás tomamos en la carrera y no lo íbamos a aprender en cinco días. Fue entonces que nos dedicamos a disfrutar del resto del tiempo ahí conociendo gente de otras unis y tratar de salir a cotorrear con ellos. Lo último era a veces complicado de hacer porque en esos momentos se vivía mucha inseguridad en la ciudad y sobre todo en el centro que era donde nos hospedábamos. De hecho, poco antes de que llegáramos hubo una balacera a pocas cuadras del hotel que no pasó a mayores. Pero bueno, eso no nos impidió salir un par de días a “dar la vuelta” y conocer un poco del centro histórico de la capital michoacana que me dejó una bonita impresión.