
A uno de los compas cercanos se le ocurrió invitarnos a visitar su pueblo, porque iban a celebrar un festival que se hace cada cuatro años, solo que la pandemia lo movió al siguiente año. Decidí aprovechar la oportunidad, y me lancé con este compa y su roomie (el de la derecha). Después de un par de horas llegamos a la casa donde él creció y ahí es donde sería la celebración. No en la casa, pero a una cuadra. Resulta que era un festival de un club de tiradores, por lo que iban vestidos de una forma muy peculiar. Su papá, el otro güero de la foto, es parte del club y le tocó vestirse así. La atracción principal era dispararle a un pato de madera que se puede apreciar en el fondo de la foto. Se hacía una fila detrás de un rifle estacionario, y se tomaban turnos para disparar. Claro, solo los miembros del club. Después de estar pisteando y disparando, se pasó la fiesta a una carpa gigante donde había música en vivo y más cerveza. Fue una buena velada festejando una fiesta algo extraña con los colegas.