
Durante una visita que realicé a Francia durante las vacaciones de invierno, me tocó visitar un pequeño poblado al este del país. Resulta que era temporada de los mercados navideños, y los franceses no se quedan atrás. Este es un pequeño pueblo que se quedó medio congelado en el tiempo, como pueden ver en la imagen. Para el evento, llenaron las calles con puestos de comida, juegos, bebidas, y estaba retacado de gente. Lo que más me llamó la atención fue que al caminar sobre la avenida principal, se podía apreciar un castillo al final de la calle. Claro que estaba muy lejos, pero se miraba muy imponente a tal altura. Lo que hice fue aprovechar que andaba por ahí para probar comida tradicional francesa de la época, y sí que estaba muy buena. Lo único malo era el frío, pero se calmó un poco con tanta gente que había ahí, y también con ayuda de las fogatas que estaban prendidas en varios puntos de la ciudad.