
Eran los primeros días de mi estancia semestral en Guanajuato, y nos convocaron a la capital del estado para darnos la bienvenida. Nos recibieron en el edificio principal de la universidad, ahí donde están las famosas escaleras que salen en todas las fotos de esta institución. Y pues ahí estaba. Nos medio acomodaron y sacaron las fotos desde abajo, como pueden ver en la imagen. Había gente de otras partes del país, y curiosamente del mundo. No sabía que Guanajuato era un destino concurrido para estudiantes europeos. Dado que me fui a León a estudiar, no me tocó interactuar con esta banda. De hecho, fui el único que fue de intercambio a la unidad de ciencias, por lo que me sentí un poco solo al inicio. Ya con el tiempo me fui acoplando poco a poco, hasta que me tocó experimentar mis primeras “pedas estudiantiles.” Sí, esta raza se tomaba muy en serio lo de ser foráneos y pistear casi diario. Como ya les había platicado anteriormente, esta experiencia me la traje a Ensenada, donde los colegas no se acoplaron muy bien a ella. De cualquier forma, me tocó exportarla a Alemania, donde fue bien recibida.