Intercambio cultural

Parte de lo que hizo bonita estar en Alemania, fue el conocer las culturas de países a los que posiblemente nunca viajaré en mi vida. Esto se dio desde el primer día que puse el pie sobre Europa. Al llegar a mi destino, Bonn, después de casi un día de viaje, me serví un vaso de agua de la llave donde se lavan los platos. Luego, me tocó perder una linda amistad por mencionar a Borat mientras platicaba con una chica de Kazajistán. Todo esto es parte de ir conociendo las costumbres de otros países. Con el tiempo te vas dando cuenta de lo que es prudente o no decir al momento de conocer a alguien. Por fortuna, esta experiencia fue relativamente constante durante los años que estuve por allá; siempre había oportunidad de un poco de intercambio cultural. Era interesante ver la reacción de la gente cuando les hablabas en su idioma, cuando apenas los ibas conociendo. Claro, no de manera fluida, pero una que otra palabra, sobre todo si eran groserías. De hecho, es algo de lo que más extraño de este país; el poder conocer culturas. Sé que no es algo único de este país, pero se facilitaba mucho por su posición geográfica. Si se quedaron con la duda, lo que más extraño de allá son mis amigos.

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