Esta era una imagen típica de los fines de semana en León, mientras hacía mi intercambio. En realidad, podía ser casi cualquier día de la semana. Llegué con un nivel bajo de pisteo comparado al de mis compañeros leoneses; podían realizar esta actividad a cualquier hora y día. Fue durante esta época donde aprendí que igual se puede cotorrear entre semana sin sentir culpa. Curiosamente me pasó algo similar cuando llegué a Bonn para la maestría; me tocó el depa estudiantil más desmadroso de todos. Quiero creer que ya iba un poco preparado para la situación, después de haber estado un semestre en Guanajuato. Claro que pasaron dos años entre estas dos etapas de mi vida, pero igual aquí en Ensenada se practicó un poco con los colegas. A ver qué deparan los siguientes meses o años; ya la tradición ha decaído un poco.