Era 2021, las restricciones por la pandemia seguían igual y estaban por ponerse peor. Una manera de no caer en la depresión por el encierro era visitando a los compas, que también se la pasaban en sus depas sin mucho que hacer. Cuando iba a visitarlos (o viceversa), pasábamos el tiempo cocinando, pisteando y viendo películas. Una de las recetas que más se me quedó fue la de spaguetti con ajo y aceite, que mi amigo Italiano siempre se aventaba. Es muy sencilla de hacer, sale barata y, sobre todo, es muy rica. Si te preocupaba tu insumo de proteína, podías comprarte una bola de mozzarella y acabarte el aceite que sobraba junto con el queso (véase la imagen, donde no aplicamos este método). Esto se repitió por el resto de la contingencia y mi estancia en Alemania. A veces también me tocaba cocinar a mí, pero por lo general me aventaba una salsita y todos quedaban felices. En otras ocasiones la cena era un poco más elaborada, pero siempre valía la pena, sobre todo si se trataba de cocina asiática.