En el 2019 regresé a visitar Marburg, aprovechando que un amigo apenas comenzaba su aventura en Alemania, al igual que yo tres años antes. Esos días me quedé con él, abusando de su hospitalidad pues ya sabía cómo estaba el asunto de los estudiantes recién llegados a la ciudad. Mientras este cuate se iba a sus clases, yo me ponía a recorrer la ciudad para revivir viejas memorias. Una visita obligatoria es la casa donde pasé mis primeros dos meses en el país. En esta ocasión, y para mi sorpresa, el patio ya no estaba. En su lugar se estaba construyendo otra casita. Fue aquí donde tomé la foto de Stoff und Schnaps y donde mi roommate me enseñó a forjar cigarros. ¿Por qué escribo sobre esto? Creo que la razón es que le guardaba cierto cariño a este pequeño jardín y ahora ya no existe. Así como este lugar, hay muchos regados por Alemania (que aún existen). Quizá luego me anime a platicarle sobre ellos. Bis naechstes mal!