
Un día uno de nuestros compañeros llegó a la facultad vestido así. La verdad es que no lo noté hasta que alguien más lo mencionó; este amigo se había vestido accidentalmente (eso creemos) de pitufo. Claro que la carrilla no se hizo esperar y, después de esta ocasión, ya no regresó con esta combinación de gorro y sueter. Hay que mencionar que nuestro colega manejó muy bien la burla e igual admitió que su outfit era muy similar a la de un pitufo.