
Durante alguno de mis viajes a México, se me ocurrió regresar a Alemania con unas cuantas máscaras de luchador para que los amigos las conocieran. Al igual que la Vogelmaske, estas tuvieron mucho éxito dentro de la comunidad de físicos que visitaban mi depa durante las fiestas. No sé por qué se entusiasmaban tanto con ellas, quizá era una mezcla de alcohol y la emoción de conocer algo nuevo sobre otra cultura. Me inclino más por la primera; era el factor común de todos estos eventos. Cuando estaba por regresar a mi país tuve la buena idea de regalar algunas a mis profesores. Ahora las pueden encontrar en sus respectivas oficinas, junto con otros recuerditos que les traje durante los años que estuve por acá (sí, ando de “visita”). El resto de los artículos que importé los regalé a los panas. Creo que los más afortunados fueron los que se quedaron con el sombrero y el poncho. De hecho, me dio mucha felicidad que al que le regalé el sombrero lo haya colgado en la pared de su casa. Es lindo saber que aún estás presente de alguna forma por acá.