Gutes Essen

Me declaro culpable de tomarle fotos a la comida antes de devorarla. La verdad es que no siempre hago esto, se tienen que cumplir uno de dos requerimientos (o ambos): tiene que ser un momento especial o que el platillo se vea demasiado bien. En esta ocasión la presentación de lo que iba a comerme no era muy llamativa, pero el instante sí que era especial. Resulta que cada que viajaba a Estados Unidos desde Europa, y viceversa, llegaba con mi primo que radica en San Diego. El ritual era, por lo general, llegar con el gurú Tomás para despejar la mente después de atravesar medio mundo y/o pasar al In-N-Out por unas hamburguesas de cuatro carnes con medio kilo de papas. Todo esto ya me lo venía saboreando desde que me trepaba al avión en Frankfurt. Por esta razón tomé la foto, pues era el momento perfecto: familia, buena comida, refrescante cerveza y excelente clima. Después de esto, ya que oscurecía, nos pasábamos al Blue Room. Esta era la ceremonia que mi primo organizaba a mi llegada o antes de dejar el continente, con lo cual mataba o inducía el jetlag. La segunda ocasión era la más retadora; había que madrugar al día siguiente y viajar por más de veinte horas de vuelta a Alemania. En estos últimos años la dinámica cambio debido a las restricciones implementadas por el gobierno gringo durante la pandemia. Por ejemplo, nuestro querido gurú ahora vive en Los Ángeles (LA) y ya no hay vuelos directos a San Diego desde Frankfurt, pero sí a LA. Esto significa que, a pesar de los cambios, el regreso a mis tierras se sigue disfrutando bastante gracias a esta gente chingona. En fin, más o menos esto representan este tipo de imágenes para mí. Alter, was für ein Leben! Danke euch allen, dass ihr immer da seid.

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