Este era un momento típico para mí y mis compañeros durante nuestra estancia en la facultad. Entre clases o durante las horas libres, era común que nos fuéramos a sentar un rato al famoso jacuzzi. La locación recibió este nombre porque hay un estanque para tortugas en el medio del área donde nos encontramos en la foto. Aquí siempre había gente, ya sea pasando el rato como nosotros o vendiendo comida (burritos por lo general). Me atrevería a decir que es (sí, todavía) el centro social de nuestra facultad; alumnos de las cuatro carreras coinciden en este lugar e interactúan un ratillo. Hace poco me tocó pasar por ahí de nuevo, pero ya no me tocó reconocer ningún rostro; ahora me toca ser uno más de los docentes. A los únicos que reconozco son a otros profesores y, en muy raras ocasiones, a miembros jóvenes de la SCJ. Ahora solo quedan los momentos vividos que resurgen cada que camino a través del jacuzzi; siempre había alguien a quien saludar y que te acompañara un rato viendo como tomaban el Sol las tortugas.