Durante mis estudios de la carrera en Ensenada, fueron contadas las veces que fui a la biblioteca para estudiar. La verdad es que no lo veía necesario, siempre fui de estudiar por mi cuenta, y si me juntaba con mis compañeros era más que nada para “cotorrear/estudiar” en ese rato. De hecho, era raro ver a alguno de mi generación trabajando ahí. Cada quien andaba por su lado haciendo la tarea o preparándose para el examen; siempre hubo una competencia no declarada entre todos nosotros. Así fue como estudié física, y a esto estaba acostumbrado pues siempre me funcionó. La cosa cambió cuando vine a Alemania. Ahora había que estar diario en la biblioteca revisando los apuntes del día y tratando de resolver en equipo las difíciles tareas que dejaban puntualmente cada semana. Lo que antes era estudiar solo un par de días antes del examen, se convirtió en un mes entero. Era claro que ya no podía trabajar solo. Bueno, sí podía, pero no iba a pasar las materias. Definitivamente no salí preparado para enfrentar el nivel que manejan en Bonn. Digamos que, como físico, me gradué faltándome una parte crucial en mi arsenal: Mecánica Cuántica. No es que no haya llevado el curso, pero dejó mucho que desear. La culpa también es mía, por no darle la importancia que merecía. En fin, mis amiguitos de la India tuvieron que darme una ayudadota para pasar las materias del primer semestre. Uno de ellos aquí en la foto conmigo. Al parecer, esta imagen es de inicios del 2018 y ya había acabado con los cursos. Imagino que andaba ahí estudiando temas relacionados a la tesis. O quizá la amiga que me la pasó se tomó unos meses para hacerlo, por lo que sería del 2017. De cualquier forma, mi forma de estudiar cambió (para bien, creo) durante mi primer año en la maestría. Entendí lo que realmente es competir con gente de otras partes del mundo. Al final de cuentas, no estamos tan fregados como uno creería. Wer Sittich ist, ist überall grün.