
Resultado de mis importaciones de golosinas mexicanas a Alemania, logré que un par de griegos se volvieran adictos a este delicioso producto que tanto amamos en mi país: los Takis. Como ya les había platicado, cada que viajo a México me traigo una cantidad considerable de dulces. Después de mi primera visita traje estas frituras picantes para que mis amigos de otras partes del mundo pudieran probarlas. Resulta que a los asiáticos les agradó, pero mis colegas griegos las amaron. Me pareció algo interesante porque ellos no comen picante, pero por alguna razón les encantaron. Tras darme cuenta del éxito que tuvieron, y porque eran amigos cercanos, a mi siguiente visita me compré un paquete de veinticuatro bolsitas por lo que a cada quien le tocaron doce de estas. Este es el momento en el que terminé de sacar todos los paquetes de mi mochila. Al inicio pensaron que solo había traído un par de estos pequeños ejemplares, pero parecía Barney con mi bolsa sin fondo sacando bolsita tras bolsita. Al final pueden ver que uno de ellos estaba muy contento y satisfecho con mi regalo. En realidad, ambos lo estaban. A este amigo en la foto no le duró mucho la felicidad pues se los terminó en un par de semanas, o menos creo. El otro amigo si supo racionarlas y hasta se llevó unas muestras a su país para que su familia pudiera probarlas también. De hecho, me tocó abrir un paquetito durante mi visita a Grecia mientras nos echábamos unas cervezas en su cocina. Para cerrar les dejo un dato curioso: el tipo de la foto se llama Dimitrios y su apodo, en griego, es Takis.