Marburgeando

Así es como se miraba una tarde de verano en la bella ciudad universitaria de Marburg mientras hacía mis cursos de Alemán hace ya casi seis años. Lo lindo de esta temporada era que había cero preocupaciones; el curso de idiomas era muy sencillo, por lo que el resto de la tarde la teníamos siempre libre. Fueron como un par de meses de vacaciones pagadas donde te podían el mínimo de esfuerzo para aprender el idioma. Claro que siempre había gente que se la quería pasar encerrada y estudiar los dos meses completos sin conocer gente o divertirse mucho. Para los que salimos en la foto no fue el caso. Nos conocimos durante la estadía en la ciudad y tratábamos de vernos lo más posible. Fue muy interesante porque para la mayoría era la primera vez fuera de nuestros respectivos países, con ganas de interactuar con otras culturas y nacionalidades. Desde un inicio se dio esta situación. A pesar de que había mucho mexicano, traté lo más posible de no pertenecer a la “bolita” que siempre se formaba durante los recesos en el instituto o en las fiestas ¿Qué caso tenía? Prefería practicar el poco inglés que podía hablar mientras me contaban sobre países que no sabía dónde se encontraban en un mapa. Sé que suena algo mamón de mi parte, pero debo admitir que también hice muy buenos amigos mexicanos y latinos durante estos días. Era interesante compartir nuestras experiencias mientras descubríamos Alemania para luego compararlas con México.

Esta es una memoria de tantas que hice durante este lindo periodo. Los que salen aquí son solo una pequeña parte de todos los que nos juntábamos a cotorrear. Y sí, definitivamente los más fiesteros éramos los mexicanos. Era muy entretenido ver la interacción entre mis connacionales y la gente de otros países. Digamos que, siempre se llevaban una buena impresión de nosotros. Para cerrar, en esta foto les presento a algunos de mis cómplices Marburgeros: cuatro mexicanos, dos kazajas y un peruano. El que tomó la foto no salió en este primer ejemplar, pero me encontré con una foto random que tomé de ese momento (segunda foto). De hecho, es la última persona conocida que veo en Frankfurt antes de tomar mis vuelos porque me da chance de pasar la noche en su depa. Son algunas de las ventajas de tener amistades de distintas partes del mundo.

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