Resulta que un par de los Buben son griegos y uno de ellos vive al norte del país. Este compa me invitó a visitar su ciudad y aproveché para extenderle la invitación a otro miembro del club de físicos Bonneros. Fue a inicios del 2019, justo después del año nuevo, que aterrizamos en el aeropuerto de Thessaloniki para pasar tres días en esta región costera de Grecia. Nos hospedamos en la casa del que nos invitó, aprovechando que su hermano no estaba nos quedamos en su cuarto esas noches. El plan para el fin de semana era simple: conocer la comida griega, sus calles, gente y cultura. Comenzamos el tour en un café del centro de la ciudad, no muy lejos de la casa de este amigo. Resulta que ir por un frapé y fumarse un cigarro es algo común para los griegos (a pesar de que está prohibido, se sigue fumando dentro de los establecimientos). Después de esto, si no mal recuerdo, fuimos por a probar el tradicional Gyros que es como una torta con carne de puerco y pan pita. Esto es más o menos el equivalente a los tacos para nosotros los mexicanos; había que probarlo sí o sí durante nuestra estancia. Para cerrar la noche fuimos a un bar por chelas y comida en compañía de otros colegas griegos de nuestro host. Ahí probamos cerveza local y otros platillos tradicionales de los cuales no recuerdo el nombre, pero muy buenos sin lugar a duda. Uno de los highlights para mí fue la comida que preparó la mamá de mi pana. Un platillo que llamó mi atención, aparte de otros tantos que llenaron la mesa, fue la musaka; no esperaba que la combinación de sus ingredientes pudiesen dar tan buen resultado.
El resto de los días fue algo similar. Nos la pasamos visitando monumentos, bares y restaurantes para conocer lo más posible en esta corta estancia. Tengo que admitir que me sentí muy identificado con la cultura griega, más que con la alemana (por mucho). Son gente más relajada, alegre, con buen sentido del humor y una visión diferente de la vida comparado a la de sus vecinos del norte de Europa. Esto que menciono ya lo veía venir incluso antes de visitar el país, solo por conocer a estos dos tipos. Desde un inicio me llevé muy bien con ellos y, a pesar de que somos de partes opuestas del mundo, supe que me llevaría muy bien con ellos. Y así fue. Creo que si ellos visitaran México podrían decir lo mismo (¡y espero que lo hagan pronto!). Definitivamente durante esos días me sentí en casa gracias a su gran hospitalidad y sobre todo por como nos tenía consentidos la madre de este tipo; cada que salíamos de la casa nos íbamos rodando. La parte triste fue regresarse a Alemania pues nos la estábamos pasando muy bien. A mi regreso caí enfermo por como tres días con alta temperatura. Quizá por el exceso de diversión experimentado; había que pagar una cuota me imagino. Para mi fortuna, tuve quien me cuidara esos días.











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