En mi primer visita a México después de un año de estar fuera de casa en Europa, decidí visitar a mis viejos colegas de la Sociedad Científica Juvenil durante una de sus sesiones. Esta vez se andaban reuniendo en un museo de ciencias que también se encuentra en nuestra ciudad. Los administradores le dieron oportunidad a la SCJ de reunirse ahí durante un tiempo, me parece que el lugar habitual de reunión no se encontraba disponible en ese rato. Pues bueno, ahí andaba viendo a mi raza. Gente que medio dirigí un rato se encontraba en la sala y también la nueva generación que iba entrando a las líneas de batalla de nuestra asociación. Aunque no salen en la foto, recuerdo también que nos acompañaron los SCJ originales que fundaron el grupo en los 80’s. De hecho, el hijo del fundador es el chavo que sale a mi izquierda. Ese día me tocó recibir un reconocimiento, no recuerdo bien el motivo de esto pero lo recibí con mucha alegría. Me lo entregó la que, me parece, era presidenta durante esa época. La historia de cómo llegó a la SCJ es interesante. Unos años atrás, durante una reunión que trascendía sin mucha novedad, llegó una niña en compañía de su mamá a ver qué onda con nuestro grupo. Debería haber tenido unos trece o catorce años cuando se unió por lo que su madre se quedaba esperándola en lo que terminábamos nuestra sesión (esto no duró mucho pues vio que éramos buenas personas). Se nos hizo curioso porque nunca habíamos estado en esta situación pero nos encontrábamos motivados pues esta chica tenía mucho interés en aprender de lo que hablábamos ahí. Como podrán ver, ella decidió unirse full time y terminó siendo presidenta como yo también lo fui hace más de diez años.