Estación de batalla

Tenía no más de un mes de haber llegado a Bonn para la maestría y así es como se miraba mi escritorio durante las primeras semanas del primer semestre. Para entonces ya estaba hasta el tope de tareas porque aquí sí te dejan una a la semana y hay que entregarla para la siguiente clase. Todo esto para cada materia, situación a la que no estaba acostumbrado. Afortunadamente, la entrega de tareas se podía hacer en equipo para algunas materias; dos o tres máximo. Esto facilitaba el trabajo pero también podía traerte problemas durante los últimos días del curso. Lo que pasaba era que nos dividíamos la tarea; cada quien hacía la mitad, lo que significaba que la mitad del trabajo no te importaba y lo dejabas pasar. Al final tenías que volver a estudiar esa parte que te saltaste para los exámenes y consumía bastante tiempo. En fin, tuve que aprender a la mala que para estudiar como los alemanes hay que comenzar con el trabajo desde que te dan las hojas con la tarea y a prepararse para los finales por lo menos un mes antes. Le dedican tanto a la preparación porque el examen es lo único que cuenta para la calificación. Solo te queda otra oportunidad para mejorar tu calificación un mes después con otro examen que de nuevo cuenta por todo pero será más difícil pues tuviste más tiempo para repasar los temas. Aquí en la imagen se pueden ver los comienzos de un intento para aprender lo que no vi en mi carrera, más que nada temas de Mecánica Cuántica que debí haber tomado durante mi intercambio en León porque lo que tomé en mi Uni no más no. Claro que no podía faltar algo de combustible sobre la mesa de estudio pero creo que eso era porque tenía visita en esos días y nos gustaba mucho pistear vino de tres euros.

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