La Guacamaya

Un platillo callejero por excelencia es la famosa guacamaya de Guanajuato. Para prepararla solo se necesita un bolillo crujiente, chicharrón, aguacate, limón y salsita roja que puede llegar a picar bastante. Los puntos de venta se pueden encontrar casi en cada esquina de los centros históricos del estado y es económicamente muy accesible, casi como lo que vale un taco o dos. Una perfecta opción para tratar la resaca después una larga noche de fiesta entre los callejones de la ciudad de las ranas y sirve también para calmar el hambre durante una tarde de largas caminatas conociendo los mercados. Esta comida no la conocía antes de comenzar mi intercambio pues vivo muy lejos del centro del país y muchos platillos regionales no nos alcanzan hasta allá. Poco antes de probarla me sentía un poco escéptico ya que creía que los ingredientes principales, el bolillo y chicharrón, no iban bien juntos. Terminé sorprendido por la combinación de estos sabores y durante mi estancia allá, cada que podía, me iba a comprar una con salsita de la que pica. Una anécdota chistosa fue cuando junto a la estación caminonera de León, como de costumbre, me compré una guacamaya pero me la acabé comiendo con lágrimas sobre los cachetes. La salsa era demasiado picosa y para verme bien macho frente a mis amigas me la tuve que terminar, tratando de simular la extrema enchilada que me puse aunque mi cara me delataba fácilmente. Otra historia interesante fue cuando un año después un grupo de amigos de la carrera nos fuimos a Guanajuato a una escuela de física. Ahí les platiqué sobre este platillo y que no podían irse sin probarlo. Durante un break de las clases fuimos al primer puesto que vimos para comprarnos unas y a la mayoría les agradó. Lo malo fue que todos estuvieron enfermos durante varios días del estómago y ya no les quedaron ganas de comer otra vez. De cualquier forma, es un platillo que les recomiendo probar si anda por allá y que fue parte importante de mi dieta durante unos meses hace ya casi ocho años.

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