Colegas de la maestría en Bonn y yo decidimos ir por unas cervezas a un bar conocido por ser el punto de encuentro de la raza que estudia física y astrofísica en la ciudad. Antes de entrar al lugar todo se miraba normal en la calle; no había lluvia o nieve de la cual debiéramos preocuparnos. Después de un par de horas, chelas y muchas carcajadas, salimos del pub para encontrarnos con la bella imagen de que había bastante nieve sobre la calle, suceso que es muy raro en la ciudad. De hecho, es de las zonas con menos nevadas en Alemania (que es mejor así, créanme). Para aprovechar este bello espectáculo comenzamos a caminar en dirección a la estación central, ruta que usualmente toma una media hora a velocidad normal, o un poco más para mí que camino lento. Claro que bajo estas condiciones y deteniéndonos a jugar con la nieve cada que se podía nos tomó más tiempo de lo acostumbrado. En el camino, a un amigo mexicano se le cayeron los lentes sobre la nieve y curiosamente un lente también. Ya se imaginarán el show que fue tratar de encontrarlo. Creo que al final sí logró recuperarlo para más tarde volver a perderlo. Poco antes de llegar al Bahnhof, tuvimos que hacer una parada en el instituto donde trabajo para atender el llamado de la naturaleza. Son las ventajas de tener las llaves del edificio y poder entrar a cualquier hora. Este momento lo capturó un amigo de Grecia, que es la segunda foto de este post. Al final nos fuimos al centro a terminar la noche con unas pizzas que también son un lugar de interés para los científicos del área. La mitad de los que salen en esta foto ya se fueron a otras ciudades mientras que la otra mitad sigue aquí tratando de sobrevivir el doctorado.