Poco antes de concluir con mi semestre de intercambio en León, contacté a un viejo amigo que conocí en el 2009 mientras jugaba World of Warcraft y le pregunté si era posible que yo visitara Querétaro que es donde él y otros del grupo de jugadores viven. Muy alegre me respondió que claro que sí, que era bienvenido a visitarlos y que los demás también tenían ganas de conocerme después de tantos años. Fue entonces que compré mis boletos de camión y le confirmé a mi amigo que sí se armaba la cotorreada en su ciudad con el plan de que iba a ser hospedado en su casa para al otro día regresarme. Unos días después ya me encontraba llegando a la capital de Querétaro, que se llama Querétaro también, y por fin me encontré con el Almejo, que es su nombre en el juego. Después de caminar un rato por el centro histórico nos fuimos pa’ su rancho que, si mal no recuerdo, estaba en un lugar llamado La Corregidora. Llegamos directo al cibercafé de uno de los miembros del grupo y ahí estaba el resto de la banda (solo la que ahí vive, otro grupo de conocidos está en Puebla). Pasamos un buen rato platicando sobre viejas aventuras virtuales y recordando momentos que compartimos con otros integrantes de la hermandad. Luego de habernos echado unos ricos taquitos acompañados de unas cheves, era hora de irse a dormir. Resulta que el que me iba a dar alojamiento me cancela de último momento y el resto de la banda se estuvo echando la bolita de quién me iba a recibir. El dueño del ciber me ofreció posada pero con mucha pena tuve que declinar por razones de salubridad. Al final, otro miembro del grupo se apiadó de mí y me ofreció un lugar para pasar la noche. Resulta que este tipo llegó en moto y así nos teníamos que regresar. Sin casco y ninguna protección tuve mi primer viaje en una motocicleta mientras miraba la ciudad de noche. Muy amable, el que conocemos como Wada, me ofreció su cuarto para que yo durmiera mientras él pasaba el resto de la noche jugando con su laptop en la cocina. A la mañana siguiente su mamá nos hizo un desayuno muy chingón y aproveché para agradecerles por su confianza y hospitalidad, sobre todo porque la última se la ofrecieron a un desconocido. Al mediodía regresamos al ciber y ahí me despedí de la banda para luego regresarme a Guanajuato.
Un saludo especial al Almejo, Wada (te la rifaste), Ezkamol, Cocolizo y Attila que eran los que andaban por ahí esos días. También otro saludo al resto de Afterdawn, que es el nombre de la hermandad a la que pertenecí (en el futuro más sobre esta historia) mientras jugaba e hicieron que mis noches durante la prepa fueran un poco más emocionantes. Tiempo después de que dejé el juego mi hermano ocupó el lugar del Erni, que es como me conocen ahí.









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