Para mi segunda visita a México hice primero una escala en Los Ángeles donde mi primo, que vive en San Diego, me hizo el gran favor de pasar por mí al aeropuerto y, en lugar de llevarme a algún lugar para dormir, me llevó a cenar a un restaurante mexicano con uno de sus conocidos que vive en esta ciudad. Mientras manejaba, me comentó que la cena era una reunión de los que trabajan con su amigo y que la compañía era SpaceX. De hecho, a este tipo ya lo conocía porque pasé mis últimas horas en el continente americano con una carnita asada antes de irme a Alemania por primera vez vía LAX, así que no era un completo desconocido para mí. Antes de llegar al restaurante me platicó mi primo que el jefe de este cuate salió en un famoso podcast fumando mota y que todo mundo estaba hablando de esto porque fue algo muy polémico en su momento. Claro que esto sucedió mientras iba volando por lo que no estaba enterado del asunto. Después de una larga manejada llegamos al lugar y me tocó conocer a varios ingenieros de la compañía que se encargaron de diseñar la nave espacial Dragon 2, que fue lanzada en el 2020. Todo esto mientras me degustaba unos deliciosos taquitos de birria y para bajarlos unas frías cheves mexicanas. Ya que todos habíamos terminado de comer y pistear se pidió la cuenta y le pregunté al primo que si cómo iba a estar lo de pagar, ¿a quién le dábamos la feria? Resulta que el jefe del departamento, que estaba hasta el otro lado de la mesa, sacó su tarjeta y pagó por todo y todos. Resulta que en la empresa hay un fondo para pagar a sus empleados este tipo de eventos. Así que mi primo y yo resultamos beneficiados de la gran bondad del magnate Elon Musk.