La fogata

Hubo un periodo de tiempo en el que los toquines metaleros se hacían en la casa de un amigo que llegó a tocar con nosotros en una de las bandas de covers donde fui miembro. Lo bueno de esta casa es que era relativamente céntrica y había mucho espacio para meter gente a la hora de los eventos. Otra ventaja era que contaba con un portón corredizo que se cerraba cuando llegaban los policías a regañarnos por hacer tanto ruido con nuestra música. También había una pequeña área con concreto y techo donde las bandas tocábamos, que apenas se puede ver en esta foto pero claramente en la primera del post Exmoor. En este lugar, era tradición ir a un lote baldío que estaba a media cuadra del domicilio y traer un sillón de esos que ya nadie quiere para después quemarlo, como se puede ver en la foto. Esto lo hacíamos al terminar de tocar y no recuerdo el porqué, quizá porque podíamos y ya. Con el tiempo esta tradición fue naturalmente desapareciendo porque el número de sillones abandonados iba disminuyendo drásticamente.

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